Recuerda que la oruga debe morir.
Cuando las cosas se ponen difíciles son muchas las imágenes que solemos evocar, desde el ave fénix, el árbol de la vida, la flor de loto, etc. Otra figura a menudo recordada en estos casos es el de la crisálida y la mariposa como símbolo de transformación, tras un paso por la vida en forma de oruga insignificante y fea.
Los cambios, las crisis, las tensiones personales, familiares, colectivas o sociales, son una oportunidad para abrir un diálogo con nosotros mismos, con compañeros o con nuestros propios hijos a fin de que transiten o transitemos por el cambio, siempre doloroso, con la mayor normalidad posible.
Sin embargo, la mayoría de las veces no sabemos dialogar, por torpeza o porque esta sociedad nos ha obligado a vivir entre eufemismos; por no ofender, por evitar el conflicto, entonces callamos y nos perdemos conversaciones llenas de sentido.
Reflexionemos sobre este ejercicio. Quizá puede ayudarte si estás en un momento de duda ante todos aquellos planes que tenías en tu mente y que parece que no van a cumplirse o el miedo por dar el primer paso te atenaza. Quizá tu reflexión pasa por dar un rumbo distinto a tu proyecto profesional o incluso te planteas transformar tu empresa para que esté mejor preparada ante futuros cisnes negros, que llegarán.
Volvamos a la crisálida. No des por sentada la transformación que la mariposa representa. Con el paso del tiempo nos olvidamos de soñar y la imagen de la crisálida va perdiendo su encanto. Llega un día en que ya no sabemos ni lo que significa. Yo me niego a perder esa capacidad de poetizar las ideas. Te hablarán de la transformación personal, de equipos o de empresas, como parte de un camino que conduce a tu máximo potencial, pero la imagen de la mariposa también te ayuda a descender a tu oscuridad más profunda.
Hasta cierta edad pensé que, cuando la oruga se convierte en crisálida, el proceso en su interior se parece a nuestra adolescencia. Cambiamos de voz, curvas y músculos casi de la noche a la mañana. Imaginaba que la oruga evolucionaría en su saquito, transformando su cuerpo en más delgado y alargado, y de algún modo mágico crecerían sus alas. Resulta que eso no es lo que sucede en absoluto. Si abres la crisálida en mitad del proceso, no descubres una criatura híbrida a medio camino de ser una linda mariposa, sino una masa líquida repulsiva.
Para convertirse en mariposa, la oruga tiene que destruirse por completo, descomponer su propia esencia y se desprovee de cualquier forma o conciencia. Literalmente muere. Para ser un nuevo ser, no queda nada de lo que era. A partir de esta esencia líquida, la mariposa comienza a construirse, desde cero.
La primera vez que me encontré con esta imagen me asombró por su profundidad y fuerza. A veces decimos que queremos que la vida cambie, pero en realidad no lo hacemos. Para que suceda, necesitamos cambiarnos a nosotros mismos. Para alcanzar el destino que decimos desear, tenemos que darlo todo, despojarnos de todo. Nuestros sesgos pueden confundirnos y, de hecho, lo hacen. Nos aferramos a lo conocido, incluso aunque nos haga sentir desgraciados, solo porque hemos aprendido a gestionar la frustración o creemos tener algún tipo de control sobre ello. Cuando se nos dice que debemos permitir que muera y se desintegre el viejo mundo que hay dentro de nosotros o nuestras empresas, nuestros hábitos, creencias, nuestros miedos y puntos de apoyo, quedamos inmóviles, aterrorizados.
Seguro que habéis experimentado ese bloqueo tanto a título personal como en vuestras empresas. ¡Por supuesto que es aterrador! Por eso la imagen de la mariposa es tan pertinente como símbolo de cambio. No se parece en nada a una apacible siesta. Se trata de rendirse a la oscuridad, morir y desintegrarse hasta que no queda nada, nada en absoluto. Solo entonces puedes recuperarte nuevamente.
Mi vida ha tenido varias crisálidas. En una de ellas, hace casi treinta años, estuve literalmente del revés tras un accidente de coche y varias lesiones que derivaron en una lucha a muerte con la vida. Aparte de fracturas menores, operación pionera de columna y base del cráneo, tornillos e injertos por doquier. Un año encerrado en mi armadura de yeso, de cintura a la cabeza, incapaz de hacer nada por mí mismo. Eso sí fue un verdadero confinamiento comparado con el COVID. Entonces no fue mi momento de morir físicamente, pero imposible renacer siendo el mismo. Frecuentemente, cuando decimos que queremos cambiar, nos olvidamos justamente de eso y, lo único que deseamos es saltar directamente a la parte en la que emergemos como personas o organizaciones transformadas. Y no es así de fácil. El cambio pide tomar consciencia del pasado y una clara convicción por avanzar por una hoja de ruta nueva. Y si bien ese camino sólo lo puedes hacer tú, no tienes porqué hacerlo sólo. Tienes una familia, un equipo, una empresa, una organización a tu lado, que puedes y debe ser escuchada y tenida en cuenta.
Esta semana estuve con el grupo de CEOs que acompaño como Chair de Vistage España Vistage Worldwide, Inc. , en nuestro encuentro mensual, en el que unos se ayudan a otros a tomar mejores decisiones y actuar sobre ellas. Algunas reflexiones suponen profundos cambios y cuestionamiento de sus ideas preconcebidas. Unos se exigen a otros y ese compromiso les permite actuar y avanzar, a pesar del vértigo. Es conmovedor ver la transformación en sus vidas, y en la mía.
Hoy, al mirar a mi alrededor, al mundo, a mis seres queridos y a mí mismo, encuentro muy pocas razones para dudar; lo único que no cambia es el cambio. Pero no importa lo difícil que se ponga, si vas acompañado, la oscuridad tiende a ser más suave de lo que piensas. Y al final del camino, hay luz. Y alas.
Si te gustaría vivir la experiencia de estas reuniones mensuales donde líderes como tú, se ayudan a tomar mejores decisiones, no dudes en escribirme.
🦋
¡Por tus éxitos!
Josep Maria
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